martes, 14 de noviembre de 2006

Uno más uno

Seguimos un tradición establecida en la blogosfera: crear intercambios (llámese crossovers, colaboraciones, estrellas invitadas…). En nuestro caso nos hemos permitido crear uno doble (si, como el güisqui) y además hablar sobre un mismo tema desde dos puntos de vista. Nosotros nos hemos asomado por la ventana de su alma y nuestra Querida_enemiga nos ha regalado este texto. Disfrútenlo.
Tener pareja es muy bonito. Tener pareja te permite, entre otras cosas, comprar un piso (a no ser que tengas un sueldo astronómico que te permita hacerlo en solitario, cosa que no ocurre frecuentemente). Tener pareja te permite tener sexo a menudo (por lo menos es lo que cabe esperar, ya que te metes en la cama con un tío cada noche). Tener pareja te permite no sentirte solo, generalmente. A bote pronto, estas son las grandes ventajas prácticas.

Otra de las cosas buenas de tener pareja o no, es que es algo que se elige. Y todo lo que no venga impuesto, bienvenido sea. Esto me trae a la cabeza que en estos últimos meses, muchos de mis amigos y amigas se encuentran en una situación que les agobia: quieren una pareja estable y no dan con ninguna que cumpla el perfil deseado. Así pues, mejor será decir que lo que se elige es el estar solo y lo de tener pareja, si viene, viene, y si viene bien, mejor que mejor. Y tener pareja cuando tus amigos no la tienen y la desean, pues para qué nos vamos a engañar, te hace sentir un poquito más importante, y a veces, envidiado. Qué terrible esto que acabo de decir. Vamos a las desventajas para enmendarlo:

Desventajas las hay, y bastantes, pero casi todas se reducen al ámbito doméstico. En el caso de la que escribe, ya que soy mujer, nos enfrentamos a años de educación tipo “los niños no limpian”, pero en estas situaciones, no se culpa al enamorado, sino a su madre. Esta es otra de las grandes desventajas: las suegras (y a menudo también los suegros). Por si no teníamos suficiente con nuestros padres, nos agenciamos unos padres políticos (incluso el nombre es feo) que vienen en el lote y de los que no nos podemos deshacer (al menos, no legalmente).

Los hijos varones de estas madres tan solícitas y serviciales, llegan a manos de su pareja en un estado infantil y necesitan una nueva educación, un reciclaje urgente. Hay que enseñarles a hacer muchas cosas, como doblar camisetas, qué bayeta es para qué, lo que es una fregona y… la clase magistral: “Correcto uso y disfrute del WC”. Pero no me voy a poner feminista, y también voy a reconocer el esfuerzo de adaptación a la vida en pareja que la parte masculina tiene que hacer. Y no me refiero sólo a que su espacio en el armario y en el mueble del cuarto de baño se ve reducido a un rinconcito de nada.

Por ejemplo, antes de convivir, cuando la chica está en esos días o en los días previos a esos días, con una llamada alegando malestar, puede ahorrarse un encuentro y puede quedarse en su casa con los pelos locos y el pijama puesto, sin que su amor tenga que verla en ese estado de absoluto anti-glamour. Cuando la pareja se establece y deciden compartir algo más que las salidas y las copas, es la hecatombe: el hombre tiene que aguantar los grandes y pequeños cambios de humor y a veces, los llantos y quejas por cualquier nimiedad. Son las hormonas y preparaos: si ella se queda embarazada será peor. Pero, ¿y lo bonito que es el proyecto de formar una nueva familia? Ayyyy…

4 comentarios:

Tako dijo...

Muchas gracias por el texto, querida.

Pero, ¿y lo bonito que es el proyecto de formar una nueva familia?

Ten cuidado a mi alrededor últimamente sólo veo mujeres emabarazadas (mis amigasm en mi trabajo)... Los babys de la generación baby-boom.

querida_enemiga dijo...

No niego que me encantaría. Pero no es el momento, desgraciadamente. Hasta en eso manda el dinero, manda huevos.

Zagloso dijo...

Un desencantado diría que tener pareja solo sirve para triscar de cuando en cuando y para tener algo que hacer los domingos por la tarde. Pero eso lo diría un desencantado.

Tako dijo...

Un placer verle por estos Lares Zagloso. Me alegra que se asomé desde la ventana a Takolandia.