martes, 28 de noviembre de 2006

Algo para leer III

HAY QUE APURARSE


No basta considerar solamente que la vida se consume cada día y que la parte que resta disminuye otro tanto. Sino que aún falta considerar esto: suponiendo que un hombre viva mucho tiempo, sigue siendo incierto si su inteligencia seguirá siendo la misma y servirá en el futuro para comprender las cuestiones y para librarse a esta especulación que tiende al conocimiento de las cosas divinas y humanas. Si este hombre, en efecto, llega a recaer en la infancia, no cesará ni de respirar, ni de alimentarse, ni de formarse imágenes, ni de ser presa de impulsos, ni de cumplir todas las otras operaciones del mismo género; pero la facultad de disponer de sí mismo, de discernir con exactitud todos los deberes, de analizar las apariencias, de examinar incluso si no es ya tiempo de salir de la vida, y de juzgar de todas las otras consideraciones de ese género que necesitan de una razón perfectamente bien ejercitada, esta facultad, digo, es la primera que se extingue. Hay pues que apurarse, no solamente porque en todo momento nos acercamos a la muerte, sino más aún porque perdemos, antes de morir, la comprensión de las cuestiones y el poder de prestarles atención.

Marco Aurelio

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